Espejo negro

Créditos de la imagen: Black Mirror.
En algún momento, a todo escritor le pasa: ver en otra obra algo similar a lo que está escribiendo. William Gibson se fue del cine durante la proyección de Blade Runner porque temía que fuera mejor que lo que él estaba haciendo con Neuromante.
En mayo de 2016, durante la reescritura de la novela, incorporé un elemento: la posibilidad de sumar puntos de reputación. La gente que nos rodeara o los contactos en las redes podría aumentar o disminuir nuestro puntaje, y cuanto mayor fuera podríamos tener acceso a más beneficios, como «hospedarnos en un hotel como la gente, comer en un lindo restaurant, hablar con personas de otra categoría», según palabras de uno de los personajes.
Si esto te suena a plagio, es quizá porque se asimila mucho a Nosedive, el primer capítulo de la tercera temporada de Black Mirror. El mismo es sobre un futuro cercano en que la sociedad mundial se desvive por conseguir puntos de reputación para mantener cierto status social.
O sea: lo mismo. Con la salvedad de que este episodio no existía cuando escribí esto, dado que se transmitió en octubre de ese año, cinco meses después.
¿Qué pasó acá? Quienes escribimos ficción —y en especial ciencia ficción— no sólo coqueteamos con la idea de ser Nostradamus y vaticinar lo que podría descubrir, crear, arruinar o condenar el ser humano, sino también como un reflejo de nuestro presente. Las preocupaciones sobre el rumbo que toma la especie a nivel social, relacional, económico, demográfico, geográfico, político, biológico, científico, cultural, idiomático, etcétera nos empujan a crear carteles de advertencia que muchas veces pueden terminar pareciéndose.
Y como para darme la razón, veo en Wikipedia la existencia de la aplicación Peeple, que permite justamente puntuar personas. Y esto no es todo: en China existirá para 2020 el Social Credit System, que se basa en el mismo principio.
Algo similar me pasó con la película Anon, en la que todos sus personajes usan un dispositivo que les permite interconectarse y grabar todo lo que ven y oyen. Algo así como el neuro de Stoupakis, o como otro capítulo de Black Mirror.
El carácter profético de la ciencia ficción no sólo no es nuevo: está adherido a ella, es parte de su identidad. Advertencia y proyección, temores y anhelos, inspiración y fobia. Mezclar el presente con la imaginación y la especulación, divirtiéndose en el proceso, incluso haciendo que alguien más lleve a cabo las fantasías en pos de materializar esa magia. El problema es que a veces, también se materialicen las pesadillas de las que se nos advierte. Como cuando 1984 denunciaba la vigilancia constante de nuestras vidas privadas, y ahora todos lo hacemos voluntariamente.

Comments

Popular posts from this blog

Puntos de venta actualizados

Reseña #2